domingo, 10 de julio de 2016

Jean Arp


Escultor, pintor y poeta francés nacido en Estrasburgo en 1887.
Estudió arte en la academia Julian de Paris. En 1915, durante la guerra, se refugió en Zürich donde participó en la creación del movimiento Dada junto a Hall, Huelsenbeck y Tzara entre otros. En la década de 1920, radicado de nuevo en Paris, trabajó intensamente en su obra plástica y publicó los poemas "El pájaro entre los tres" en 1920, "La chaqueta de pirámides" en 1924 y "Configuración" en 1930, todos de corte surrealista.
Durante la posguerra su obra plástica alcanzó grandes dimensiones, culminando obras monumentales como los murales de la Unesco en Paris y la Universidad de Harvard en USA y obteniendo el premio de la Bienal de Venecia en 1954.
Su aporte al arte abstracto y a las escuelas dadaísta y surrealista, marcaron la gran influencia que ejerció en el desarrollo del arte y la literatura en el siglo XX.
Falleció en Basilea en 1966.

(Fuente: Amediavoz.com)

Plaza blanca

esta mañana coloca en mi camino
sólo los bibelots de la muerte
las campanas tocan años en cada minuto
pasan años que tienen abanicos de hormigas en las cabezas
pasan años que tienen hocicos vegetales
y aletas de genio
pasan años que ahuyentan a pequeños años

la luz del arte habla del suicidio delicioso
cierro los ojos y me encuentro en la plaza blanca
el agua de la plaza está agitada
olas enormes se precipitan sobre las casas
y arrancan los labios
que los pájaros han colocado en las ventanas
abro los ojos
las blancas crines echan a volar
soñadores tomados de la mano como los ciegos
atraviesan la plaza
el viento acaricia las plantas domesticadas
cierro los ojos
es de noche
de pronto me despierto en la noche
los pájaros cantan
es de día
montañas líquidas flotan en el aire
abro los ojos y me duermo de pie, en medio de la plaza blanca
la umbela de las estrellas se cubre de labios

De "Le siège de l'air"
Versión de Aldo Pellegrini

Sofía

¿Cuál era tu sueño
cuando dejaste esta orilla?
¿Soñabas con una balsa de estrellas a la deriva,
soñabas con abismos de candor?

Separaste las esferas intransigentes
para tomar una flor.
Eras el eco de un mundo de luz.

Las mariposas representan una escena de tu vida
que muestra el despertar de la aurora en tus labios.
Una estrella se forma siguiendo tu diseño.

La cortina del día cae para ocultar los sueños.
Eres una estrella que se transforma en flor
La luz se desliza bajo tus pies
y alas radiantes te rodean como un cerco.

La flor se balancea en sus alas.
Ostenta una joya de rocío.
Sueña con una lágrima de sutileza.
Sus besos son perlas.

Ella desaparece, desaparece
en su propia luz.
Ella desaparece, desaparece
en su pureza, en su dulzura.

Soñaste sobre el índice del cielo
entre los últimos copos de la noche.
La tierra se cubrió de lágrimas de gozo.
El día se despertó en una mano de cristal.

De "On my way"
Versión de Aldo Pellegrini

Colmena de sueños

las flores se visten con relámpagos
en el plumaje de la estrella duerme el sueño de carne
guarnecido de senos
el sueño tiene en la boca una estrella como el gato tiene en la
boca un ratón
las flores de carne tienen lengua de sueño
estrella de bruma

la estrella de carne bajo la bóveda del tiempo
el tiempo ronronea como un sueño
alrededor de los senos alrededor de las colmenas de sueños
duermen las estrellas
bruma de flor
plumaje de estrella
las flores ronronean

las estrellas ronronean frente a la colmena de los relámpagos
ratón de bruma
ratón de estrella
ratón de flor
el sueño es un gato su lengua es una flor

la carne ronronea en el plumaje del tiempo
los ratones y los gatos duermen sobre la lengua del tiempo
el relámpago duerme bajo la bóveda de bruma
las estrellas se visten con senos
la lengua de bruma en la boca de flor
la boca de bruma bajo la bóveda de carne

De "Le siège de l'air"

Versión de Aldo Pellegrini

Leopoldo Alas Minguez

Poeta, ensayista y novelista español nacido en Arnedo, La Rioja, en 1962.Sobrino nieto de Leopoldo Alas Clarín, se licenció en Filología italiana y cultivó diversos géneros, incluyendo la dramaturgia y los libretos operáticos.
Desde muy joven fue incluido en antologías importantes por los poetas Vicente Molina Fox y Luis Antonio de Villena. Entre 1987 y 1992 dirigió la revista de poesía "Signos" y colaboró hasta su muerte con diferentes revistas y periódicos, especialmente con la Radio Nacional de España y el periódico "El Mundo".
Su obra poética está contenida en las siguientes publicaciones: "Los Palcos" en 1988, "La condición y el tiempo" en 1992, "La posesión del miedo" en 1996 y "El triunfo del vacío" en 2004. Del resto de su obra merecen destacarse las novelas "Bochorno" en 1991 y "El extraño caso de Gaspar Ganijosa" en 2001; los ensayos "La orgía de los cultos" en 1998, "Los amores periféricos" en 1997 y "Ojo de loca no se equivoca" en 2002, y las obras de teatro "Última toma" en 1985 y "La pasión de madame Artú" en 1992. Falleció en julio de 2008.

(Fuente: Amediavoz.com)

Al filo de los cuarenta 

Hasta cuándo podré querer a muchos sin entregarme a nadie.
Cuántos días de espontánea indefinición me quedan por delante.
Él me espera y tiene mis facciones.
Cuarenta años, hermano.
Lo prefiero a todos: amables rostros que reflejaron el mío volátil,
almas afines que completaron mi esencia fragmentada.
Después de tanto errar por tantos cuerpos, doy con el mío.
Por fin un hombre interesante. Soy él.
No era yo dirigiendo una nave imperfecta de carne,
tan firme y rotunda en su ingrata juventud.
Tomad y comed porque yo soy mi cuerpo.
Yo quise ser vosotros, amigos del alma,
y en cada uno aprendí a quererme.
Pero en mí mismo estoy mejor acomodado
que en la insaciable búsqueda exterior de inteligencia y belleza.
Cuarenta, hermano.
Olvida el paraíso de la infancia, que muchos cuestionan:
tan hermosos fueron aquellos días suspendidos
de horizontes inmensos
como estos de ahora, caídos y sin perspectiva.
Y del amor ni hablemos
pues todo lo apostado se perdió en el propio engaño.
Pero me tengo al fin.
Ya no me busco en el espejo. Soy el que soy.

De "El triunfo del vacío" 2004

La aureola azul

En la roca de esmeraldas que imagina,
el anciano defiende su aureola.
Con diecisiete años, le dijo que era azul
una mujer del norte
y le advirtió que nunca la perdiera.

Vendrán las nubes que ensombrecen
las buenas intenciones
y formas de pensar como naufragios.
Te dejarás caer por levantarte,
te ocultarás por miedo.
El viento dispondrá tus verdaderos gestos
y el paso de los otros tu destino.

No serás lo que creías,
tu rostro mostrará las simas de tu alma,
traducirás tu ruina,
enfangarás tus sueños con tus dudas.
Pero nunca descuides la aureola,
no dejes que se extinga
ni cuentes que fue azul en un poema.

De "La posesión del miedo" 1996

Pasión de afecto

En el amor fatal no brilla el pensamiento.
La mente se coagula cuando la sangre estalla.
Vuelve sombrío el ingenio y sin gracia
la fatuidad fanática del fuego.
Yo creo en un amor clarividente,
una efusión borracha de prudencia,
el fruto que se alcanza, las fuentes del desierto.

El riesgo y la pasión están en el afecto,
en un miedo común al abrazarse.
Dormidos, compartir el mismo sueño.
Despiertos, afilar las diferencias.
Amor que no se abisma ni se engaña,
amor que se resuelve en transparencia.

De "La posesión del miedo" 1996

sábado, 9 de julio de 2016

Vicente Aleixandre


Poeta español nacido en Sevilla en 1898.
Su infancia transcurrió en Málaga, y aunque desde los trece años se trasladó con su familia a Madrid,
el mar dejó una profunda huella en su poesía. Fue profesor de Derecho Mercantil y miembro de la Real Academia Española desde 1949. Es uno de los grandes valores de la poesía del siglo XX.
Su primer libro, «Ámbito», fue publicado en 1928, al que siguieron, «Espadas como labios» en 1932,
«Pasión de la tierra» en 1935, «Sombra del paraíso» en 1944, «Mundo a solas» en 1950, «Nacimiento último» en 1953, «Historia del corazón» en 1954, «Poemas de la consumación» en 1968, «Diálogos del conocimiento» en 1974 y póstumamente «En gran noche» en 1991. En 1934 fue Premio Nacional de Literatura y en 1977 recibió el Premio Nobel de Literatura.
Falleció en Madrid en 1984.

(Fuente: Amediavoz.com)

Al cielo

El puro azul ennoblece
mi corazón. Sólo tú, ámbito altísimo
inaccesible a mis labios, das paz y calma plenas
al agitado corazón con que estos años vivo.
Reciente la historia de mi juventud, alegre todavía
y dolorosa ya, mi sangre se agita, recorre su cárcel
y, roja de oscura hermosura, asalta el muro
débil del pecho, pidiendo tu vista,
cielo feliz que en la mañana rutilas,
que asciendes entero y majestuoso presides
mi frente clara, donde mis ojos te besan.
Luego declinas, ¡oh sereno, oh puro don de la altura!,
cielo intocable que siempre me pides, sin cansancio, mis besos,
como de cada mortal, virginal, solicitas.
Sólo por ti mi frente pervive al sucio embate de la sangre.
Interiormente combatido de la presencia dolorida y feroz,
recuerdo impío de tanto amor y de tanta belleza,
una larga espada tendida como sangre recorre
mis venas, y sólo tú, cielo agreste, intocado,
das calma a este acero sin tregua que me yergue en el mundo.
Baja, baja dulce para mí y da paz a mi vida.
Hazte blando a mi frente como una mano tangible
y oiga yo como un trueno que sea dulce una voz
que, azul, sin celajes, clame largamente en mi cabellera.
Hundido en ti, besado del azul poderoso y materno,
mis labios sumidos en tu celeste luz apurada
sientan tu roce meridiano, y mis ojos
ebrios de tu estelar pensamiento te amen,
mientras así peinado suavemente por el soplo de los astros,
mis oídos escuchan al único amor que no muere.

Adolescencia

Vinieras y te fueras dulcemente, 
de otro camino 
a otro camino. Verte, 
y ya otra vez no verte. 
Pasar por un puente a otro puente. 
-El pie breve, 
la luz vencida alegre-. 

Muchacho que sería yo mirando 
aguas abajo la corriente, 
y en el espejo tu pasaje 
fluir, desvanecerse.


El poeta se acuerda de su vida

Perdonadme: he dormido.
Y dormir no es vivir. Paz a los hombres.
Vivir no es suspirar o presentir palabras que aún nos vivan.
¿Vivir en ellas? Las palabras mueren.
Bellas son al sonar, mas nunca duran.
Así esta noche clara. Ayer cuando la aurora
o cuando el día cumplido estira el rayo
final, ya en tu rostro acaso.
Con tu pincel de luz cierra tus ojos.
Duerme.
La noche es larga, pero ya ha pasado.


Como la mar, los besos

No importan los emblemas
ni las vanas palabras que son un soplo sólo.
Importa el eco de lo que oí y escucho.
Tu voz, que muerta vive, como yo que al pasar
aquí aún te hablo.

Eras más consistente,
más duradera, no porque te besase,
ni porque en ti asiera firme a la existencia.
Sino porque como la mar
después que arena invade temerosa se ahonda.
En verdes o en espumas la mar, se aleja.
Como ella fue y volvió tú nunca vuelves.

Quizá porque, rodada
sobre playa sin fin, no pude hallarte.
La huella de tu espuma,
cuando el agua se va, queda en los bordes.

Sólo bordes encuentro. Sólo el filo de voz que
en mí quedara.
Como un alga tus besos.
Mágicos en la luz, pues muertos tornan.

Harold Alvarado Tenorio



Poeta, ensayista, traductor y editor colombiano nacido en Buga en 1945.
Hizo estudios de Literatura Latinoamericana en la Universidad Complutense de Madrid, donde recibió título de Doctor con una tesis sobre la obra de Jorge Luis Borges.
Ha sido docente en varias universidades americanas, catedrático en el departamento de literatura latinoamericana de Marymount Manhattan College de New York y director del Departamento de Letras en la Universidad Nacional de Colombia donde recibió el Título de Profesor.
Entre sus libros figuran: «Cinco poetas españoles de la Generación del Cincuenta» en 1980, «Kavafis» en 1984, «Espejo de máscaras» en 1987, «Una generación desencantada: los poetas colombianos de los años setenta» en 1985, «La poesía de T.S. Eliot» en 1988, «Poemas chinos de amor» en 1992, «Ensayos» en 1994, «Literaturas de América Latina» en 1995, «Summa del cuerpo» en 2002 y «Fragmentos y despojos» en 2002.
Ha recibido, entre otros, el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar y el Internacional de Poesía Arcipreste de Hita.
Su obra ha sido publicada en inglés, francés, italiano, griego, chino, alemán y portugués.

Servicio de placer

De cada noche que vivimos
recuerdo implacable tus caderas.

Como nunca, nadie
ofreció iguales placeres.

Como nunca, nadie
extrajo de mí la vida.

Dicen que ahora otro,
tan alto como yo,
complace tus caprichos
y los de tus padres.

Soy sólo un escribano
y debo componer
tres mil caracteres cada día.

Apenas sirvo para dar placer.

Lunas de Ayer

La luna, esta noche, la que nunca ha vuelto
vendrá para nosotros.

Porque hemos mentido, como en las lunas de ayer.
No habrá segunda parte esta vez.

Nuestro amor ha de ser como nunca fue,
un insensato amor, amor de dos
que nada necesitan ni nada desean
más que amarse.

Nuestro amor será así
o no será. 

La pregunta

Un día preguntaron qué deseaba
y le trajeron aquella que había perdido en su juventud.

Después de siete lunas y siete sonrisas
un hueso de uva
le separó de sus brazos
de su perfume
y sus ajorcas.

Donde

¿Dónde posar el pie,
dónde el poema?

¿Por qué las llagas nos cubren
y el escarnio te cerca a toda hora?

Sueño del hombre y su sombra
ninguno sabe que uno es sombra de otro
nadie sabe si sueña o está muerto.

Bodas de plata

La belleza de tu rostro
y la dulzura de tu voz bastaron
para que te amara.

Un año pasamos juntos
y luego a él regresaste.

Ahora, que de nuevo le engañas,
te duele el corazón
y ante a mí
crece tu desgracia:
has comenzado a envejecer.

José Albi


Poeta, novelista y traductor español nacido en Valencia en 1922.
Estudió Derecho en su ciudad natal y Filosofía y Letras en Zaragoza, doctorándose en la Universidad de Madrid.
Fundador y director de Cuadernos literarios y Verbo, del anuario de Poesía española Anupe, y autor de una Antología del surrealismo español. Ha sido además Crítico de poesía y de arte, conferencista y viajero infatigable.
Sus poesías han sido traducidas al francés, inglés, alemán, y al hebreo moderno, e incorporadas a diversas antologías españolas, europeas y sudamericanas.
Obtuvo el premio Gabriel Miró por su novela El silencio de Dios, el premio Valencia de Literatura por Odisea 77 en 1977, y en 1978 el premio Miguel Ángel de Argumosa por Elegía atlántica. Entre sus publicaciones poéticas merecen destacarse: Poemas del amor de siempre, Septiembre en Paris, Bajo palabra de amor, Elegías apasionadas, Piedra viva, Elegía atlántica en 1978, Javea o el gozo en 1992 y Esfinges en el año 2000


Amor lejano

Abro, de par en par, el viento, la ventana
y te contemplo, amor, voy contemplando todo lo que fue mío:
los almendros alegres todavía,
y el mar en los almendros, la luz en los almendros,
y más mar todavía allá a lo lejos.
Quizá piense en tu piel,
quizá vaya pasando la mano por la corteza de los pinos,
quizá los años vayan cayendo como las gotas del grifo;
quizá los siglos.
Y quizá todavía te tenga entre los brazos,
como ayer, como siempre.

¿Oyes los montes? Puede que canten.
Puede que se derrumben,
que se acuerden de ti, que te nombren,
que inventen la palabra burbujeantes, nueva, '
como el agua de los neveros despeñándose,
como mi voz en medio de la noche.
-¿Duermes, amor?
No me contesta nadie. Sé que duermes.
Bernia, como un gran perro bajo la luna,
se acurruca a mis pies.
Oigo su palpitar estremecido.
Ifach, allá a lo lejos, se nos hunde en el mar,
golpea las estrellas con su silencio.
Más cerca, las luces chiquitinas, lentas y fieles de Guadalest.
vuelvo a rozar tu sueño
tu piel con luna,
los dos ríos lejanos de tus piernas.
Tú, montaña también, valle dormido,
mar toda tú.
-¿Duermes, amor?
Gotea el grifo, ladra un perro
infinito, remoto como la eternidad.
Voy a ciegas, tanteo las paredes
y los acantilados y los vientos.
Te amé, te estoy amando, te estoy llamando.
Sólo un eco de piedra me contesta:
Aytana, Chortá, Bernia...
La casa está vacía.
El silencio respira aquí, a mi lado.

Estrella de alta mar, márcame el rumbo

Estrella de alta mar, márcame el rumbo.
Puerta del corazón, dame cobijo.
Enamorada miel, tenme en tus labios.
Arrebatada luz, ponme en tus ojos. 
Paloma en libertad, cédeme el vuelo. 
Palmera, cielo al fin, hazme a tu imagen.
Ámbito de mi fe, cólmame el gozo.
Mujer y nada más, sé toda mía.
Tú, mi dolor, mi sed, mi sobresalto,
mi júbilo y mi luz a manos llenas.
Revelación total, regocijémonos
Llave de mi ansiedad, dame la vida.
Hoguera de cristal, torre encendida, ensimismada
alondra de la tarde,
gloriosa claridad, lirio iniciado, milagro de la 
paz y de la espiga.
Dame la paz, la paz, tú siempre amada.
Para siempre la paz y la esperanza.


A brazo partido

Llevo en los huesos tanto amor metido
que sólo en carne viva y a bandazos,
voy capeando el mar de estos dos brazos
entre los que me encuentro sometido.

No, no basta gritar, tomar partido,
morir hasta caerse uno a pedazos;
hay que hundir a caricias y a zarpazos
tu corazón, tu corazón vencido.

Quiero daros la vida que me sobra,
y este amor que me arranca de los huesos.
Vuestro mi corazón, vuestra mi obra

de compartir lo vuestro y nuestro y mío,
consumidos en cólera y en besos.
Sólo a mi amor vuestro dolor confío.

Delmira Agustini


Poeta uruguaya nacida en Montevideo en 1886, en el seno de una familia burguesa descendiente
de alemanes, franceses y porteños.
Desde muy corta edad incursionó en el campo poético publicando su primer poemario, El libro blanco en 1907.
Luego aparecieron Cantos de la mañana en 1910 y Los cálices vacíos. Mujer de gran sensibilidad y sensualismo, asombró a Montevideo y Buenos Aires con sus libros de versos.
Contrajo matrimonio en 1913. Su matrimonio fracasó a los dos meses, y un año después, en 1914, murió asesinada por su marido quien se suicidó después.
Después de su muerte se publicaron dos composiciones más: El rosario de Eros y La alborada.

Cuentas de fuego

Cerrar la puerta cómplice con rumor de caricia,
deshojar hacia el mal el lirio de una veste...
-La seda es un pecado, el desnudo es celeste;
y es un cuerpo mullido, un diván de delicia.-

Abrir brazos...así todo ser es alado;
o una cálida lira dulcemente rendida
de canto y de silencio...más tarde, en el helado
más allá de un espejo, como un lago inclinado
ver la olímpica bestia que elabora la vida...

Amor rojo, amor mío;
sangre de mundos y rumor de cielos...
¡Tú me los des, Dios mío!


Boceto inconcluso

A veces, cuando el amado y yo soñamos en silencio, 
-un silencio agudo y profundo como el acecho 
de un sonido insólito y misterioso- 
siento como si su alma y la mía corrieran lejanamente, 
por yo no sé qué tierras nunca vistas, 
en un raudal potente y rumoroso...


El nudo

Su idilio fue una larga sonrisa a cuatro labios...
En el regazo cálido de rubia primavera
amáronse talmente que entre sus dedos sabios
palpitó la divina forma de la quimera.

En los palacios fúlgidos de las tardes en calma
hablábanse un lenguaje sentido como un lloro,
y se besaban hondo hasta morderse el alma!...
Las horas deshojáronse como flores de oro,
y el destino interpuso sus dos manos heladas...

¡Ah! los cuerpos cedieron, más las almas trenzadas
son el más intrincado nudo que nunca fue...
En lucha con sus locos enredos sobrehumanos
las furias de la vida se rompieron las manos
y fatigó sus dedos supremos Ananké.

Jose Manuel Arce



Poeta y dramaturgo guatemalteco nacido en Ciudad de Guatemala en 1935.
Fue una de las voces altas de la cultura guatemalteca. Fundamentalmente poeta, cultivó también con éxito el teatro.
La intensidad y la profundidad de su obra lo llevaron a obtener importantes premios centroamericanos.
En la década de los ochenta debió salir de su país para exiliarse en Francia por las constantes amenazas de parte del régimen de Lucas García. Desde allí escribió unos duros poemas en contra del gobierno de Guatemala, publicados después de su muerte.
De su obra poética se destacan: «En el nombre del Padre» en 1955, «De la posible aurora» en 1957, «Cantos en vida» en 1960, «Eternauta» en 1962, «Los episodios del vagón de carga» en 1971 y «Palabras alusivas al acto y otros poemas con el tema del amor» en 1978.
Falleció de un cáncer pulmonar, en el exilio, en 1985 en Francia

(Fuente: Amediavoz.com)

Hola

Tú, que vienes caminando
desde el fondo de mi vida;
que traes como bandera
la música de tu risa;
tú que en tus ojos escondes
lo que mi alma necesita;
tú, que en mi pecho has vivido
por años como dormida
y hoy me despiertas de golpe
hasta que no da cabida
mi pequeño corazón
para esta explosión de dicha.
Eres el río al que quise
ponerle diques un día.
Hoy que subió tu corriente
ya no hay diques que resistan.
En la casa de mi pecho,
en mi sueño y mi vigilia,
en las calles de mis manos,
en la ciudad de mis días,
en la patria de mis pasos
y en el país de mi vida
ven, entra y manda: es tu reino,
tu victoria, tu conquista.


Amor, si fueras aire, respirarte

Y si fueras, Amor, vino y beberte.
Si fueras sombra para no perderte.
O si fueras camino y caminarte.
Amor, fueras cantar para cantarte.
Fueras hilo en mis manos y tejerte.
Que mi alimento fueras y comerte.
Si fueras tierra, Amor, para labrarte.
Si fueras para más que para amarte:
Amor, Amor, Amor, si fueras muerte.


Retrato de pie

Base de tu figura es tu pie breve
y porque en él se inicia tu estatura
lo encuentro de principio en tu figura,
como el agua es principio de la nieve.

Se me interna en alma su blancura
su peso musical de alondra leve:
en tu huella permíteme que lleve
el cimiento inicial de tu estructura.

Amalgama del iris y la cera.
Alpha, comienzo de tu recorrido.
Armonía perfecta de la espera.

La actitud de tu pie -como dormido-
llenándome de luz me desespera
y un beso se me escapa en su sentido...


Toda tu

Toda tú eres santuario,
toda blanca;
se ha llenado tu cuerpo de designios.
Tienes la santidad de la esperanza
y la paz
generosa
de los lirios.
Toda tú eres milagro,
das tu lecho
de altas arenas
al naciente río;
enciendes en tu sangre
el claro fuego 
y con tu carne pueblas el vacío. 
Toda tu,
fervorosa, 
temerosa,
frente a tu propio territorio vivo,
junto a los ventanales de tu alma,
bajo la blanca sombra de tu espíritu.
Toda tú,
niña,
blanca,
inmaculada,
santificada en el minuto limpio;
más mujer que la tierra,
más fecunda,
innumerable y grave
como un libro.

Cimiento de las horas,
silenciosa;
vértice de mi amor,
toda camino,
toda
inmanchable altura,
toda tiempo, 
inflamada de vida,
toda
río.